miércoles, 21 de diciembre de 2011

Indeseables que me encuentro saliendo de fiesta

El mundo de la noche da para innumerables aportaciones a este blog. Hoy quisiera enumerar algunos de los odiosos tipos de personas que hacen que algo que en principio debería ser pura diversión acabe siendo una tortura o un motivo de exasperación casi continuo. Sobre algunos de ellos quizás me explaye algún día un poco más, porque ciertamente merecen un escarmiento, cuando no un auto de fe.

Voy a tomar como ejemplo una típica salida nocturna, y los iré presentando en orden cronológico. Así será más entretenido:


  • Los DJs del suburbano: cojo el metro a cierta hora, y casi seguro que me toca en el vagón alguno de éstos que se piensa que un móvil es una radio. Si todavía pusiera música decente podría tener un pase, pero no, tiene que atronar con un reggaetón, un rap, un hip-hop. un flamenquito o algo de algún otro estilo marginal. Claro que, viéndole las pintas, ¿qué se podía esperar de semejante semoviente?
  • Los botelloneros: como si no fuera suficiente con los alborotadores de antes, también están éstos, que no se conforman con armar bulla en el metro, sino también en parques, en casas y en general en dondequiera que estén. Y todo por el simple hecho de que no pueden concebir el salir por ahí sin beber una cantidad de alcohol a todas luces excesiva. Como es muy caro tomarse la dosis a base de copas, pues hale, a la opción más económica, a ensuciar lo que es de todos y dictadura del insomnio para los sufridos vecinos.
  • Los relaciones lapa: chicos, ¿adónde vais? ¿Queréis pasar, que os invito a un chupito? ¿Os enseño la sala, que está muy guapa? ¡Venid, que está lleno de chicas! A ver, hostia, que te pires, que me dejes en paz, que yo voy donde me salga de los cojones, y no a tu puto bar de mierda que o está petado de chusma o no hay ni cristo, y mucho menos las chicas que decías. Ah, y te puedes meter tus chupitos de zumos Juver y tus garrafones por donde te quepan. Los sitios decentes no necesitan tener a relaciones que me atosiguen a cada paso que doy, es así de simple.
  • Los "me acodo en la barra y que te jodan": ya he entrado en el sitio que quería y voy sobrio porque no he hecho botellón. Me quiero tomar algo, y como de costumbre la barra está repleta porque los botelloneros no se conforman con la dosis que se han tomado fuera (ya la han evacuado en gran parte por portales y alcorques), y quieren más. Bueno, pues a armarse de paciencia. En esto que los de delante de ti ya parece que van a pedir, lo hacen, pagan y después no se mueven. Hijos de la gran puta, la barra está llena de gente, con lo cual pedid lo vuestro y haced el favor de largaros, para que los de detrás podamos hacer lo mismo. Pues no señor, ellos ya han pedido y los que vengan detrás que arreen.
  • Los rebufadores: empiezo a intentar ligar, que para eso he venido, y cuando ya consigo que alguna me haga caso, oh, ingenuo de mí, me permito un momento de distracción, ya sea para volver a la barra (en cuyo caso no será sólo un momento, por lo anterior), para ir al baño o para atender al comentario de alguien. Cuando intento seguir a lo que estaba, resulta que uno (o varios) han usurpado mi posición en la carrera, bien atentos como estaban a que me pasara de largo en una curva o sufriera un bandazo. ¿Puede haber actitud más miserable?
  • Los torpederos: pues sí, sí que la puede haber. Suponiendo que los que me han cogido el rebufo no sean conocidos míos (cosa que se da, creedme), en cualquier caso casi seguro que en mi grupo va a haber algún tipo de torpedo disparado hacia mi casco. Hay distintos tipos de torpedos (comentarios, acciones, gestos), pero el ingrediente común es que me desacreditan ante mi objetivo de ligue de tal manera que al final hunden mi nave irremisiblemente. Aparte de gorilas en las puertas de los bares, debería haber también dentro, para dar palizas a esta gentuza y a los dos tipos anteriores.
  • El zurriburri del búho: con este término englobo a la morralla que me encuentro volviendo en el autobús. Salvo por los relaciones lapa, todos los especímenes mencionados aquí van a coincidir conmigo en esta lata de sardinas. Y los que no sé de qué especie son al final son básicamente de dos tipos: borrachos bullangueros o borrachos durmiendo la mona. Casi imposible tener un viaje mínimamente plácido.


Termina la noche con el paseíto a casa desde la parada, pensando en el maltusianismo y en la hecatombe de casi toda la humanidad. 

sábado, 10 de diciembre de 2011

La inexplicable fascinación por tatuajes y piercings

Una de las transformaciones sociales más rápidas en los últimos años ha sido la generalización de tatuajes y piercings. De ser algo marginal han pasado a considerarse como símbolos de "modernidad" y "rebeldía". Cada vez son menos frecuentes las personas de menos de 30 años (y ya pronto tendré que decir de menos de 40) que no tengan alguno de estos añadidos en el cuerpo. ¿Cuáles pueden ser las causas de este auge?

En primer lugar, toda moda exitosa tiene un componente de pura imitación, de borreguismo. Algo se empieza a hacer popular, y el conocido efecto manada hace que se propague cada vez más y más rápido. Son pocos los individuos con la personalidad suficiente como para resistir y decir "por aquí no paso" o "menuda estupidez". Y realmente ésta sería la postura más adecuada, ya que no parecen aportar nada positivo. A ver si consigo explicarme.

Empecemos con los tatuajes. Hasta hace poco tiempo, servían de distintivo exclusivo de hombres de conocido malvivir, y siempre relacionados de algún modo con el mundo de la noche, el alcohol y las drogas, cuando no del crimen. En concreto, me vienen a la mente los siguientes: marineros, presidiarios, gánsteres, motoristas y roqueros. Es decir, algo eminentemente masculino, por su mensaje inherente de "mírame, soy un tipo duro perteneciente a este grupo, así que mejor que no te metas conmigo si no eres de mi panda".

Curiosamente, de ahí hemos pasado a una proliferación no sólo entre otros hombres, sino también entre las mujeres (y es más, yo diría que últimamente se tatúan más ellas que ellos). Aun con todo, todavía no me he encontrado a nadie que esté tatuado y que no tenga una vena canalla o crápula. Puede estar más o menos encubierta, pero siempre está presente. Por lo tanto, el mensaje de "soy muy duro, aléjate" se ha suavizado, pero de todas formas los tatuajes siguen transmitiendo algo así como "me va la mala vida, ¿qué pasa?".

Los piercings son más bien al contrario, procedentes del mundo de las mujeres, como generalización de los pendientes y otro tipo de aros, pulseras, anillos, brazaletes, dijes y demás abalorios. Los pendientes que se les ponen a las niñas tienen una finalidad evidente, que es la de distinguir a las niñas pequeñas de los niños. El resto de colgantitos y joyas no creo que sirvan más que de adorno y para llamar la atención. Obviamente en la naturaleza son cualquier cosa menos prácticos, y o bien suenan al andar, o bien brillan con la luz, pero el caso es que sean llamativos.

Ahora bien, hay algunas partes del cuerpo en que sólo a tribus muy primitivas o a gente muy bruta se les ocurre ponerse un adorno: nariz, lengua, pezones... Simple y llanamente porque es algo doloroso, y que por mucha anestesia que se use hoy en día lo sigue siendo (eso cuando no se infecta). Los tatuajes tampoco es que sean algo suavecito que digamos.

¿Cómo alguien que se supone que no está mal de la cabeza puede querer hacerse daño y perforarse o que le perforen la piel? Pues hay dos motivos fundamentales: uno es que no piensan a largo plazo (algo que por desgracia le sucede a casi todo el mundo), y sólo ven que a corto plazo van a poder fardar mucho y que van a quedar como los más guays. Lo que no ven es que cuando no sean ya jóvenes y tengan la piel flácida, esos "adornos" que se han puesto lo único que serán es ridículos, y lo que es peor, no se los podrán quitar o será muy complicado, resultando una vez más en un proceso doloroso.

El segundo motivo es porque creen (bueno, más bien les han hecho creer) que realmente les favorecen. Éste es un punto considerablemente más complicado y subjetivo que el anterior, pero yo pienso que prácticamente nunca mejoran al portador o portadora. Lo detallaré para el caso de las mujeres, que es el caso en el que me fijo más.

Los piercings son muy fáciles. En cualquier sitio de la cara que no sean los lóbulos de las orejas (eso serían pendientes normales) afean a la chica siempre. Donde quizás las afee menos es en la nariz, pero en los labios o en la lengua es sencillamente horroroso y asqueroso. Además de engorroso para ciertas cosas, y no digamos ya en otros sitios más sexuales, donde tampoco les veo la gracia. El único caso que se salva es en el ombligo y cuando es más una piedrecita que un aro. Eso sí, el vientre tiene que ser plano y atractivo ya de partida: en una gorda queda espantoso (de hecho, es que si el piercing se enseña se va enseñando el vientre también, con lo cual se sabe de sobra que es atractivo de por sí).

En cuanto a los tatuajes, influye también el lugar: mejor que esté en un sitio no demasiado visible (omóplatos, resto de la espalda, nuca, hombros, tobillos, nalgas, ...). Y además tiene que ser pequeño: se me ocurren pocas cosas tan grimosas como una chica con todo un brazo tatuado. De todas formas, la lógica sigue siendo parecida: si se enseña un tatuaje y resulta atractivo, más que nada es porque esa parte del cuerpo de la chica es atractivo de por sí, con tatuaje o sin él. Si esto no queda claro, piénsese en la imagen vomitiva de un tatuaje en la baja espalda de una gorda (puede ser la gorda del párrafo anterior si queréis)...

En resumidas cuentas, que los tatuajes y los piercings no aportan casi nada de belleza, si es que aportan algo. Son dolorosos de poner, y también de quitar en muchos casos (en realidad, viendo cómo son los "centros de tatuaje", se le quitan a uno las pocas ganas que pudiera tener). Sólo tienen sentido cuando uno es joven (una época poco duradera), porque después son sencillamente ridículos y asquerosos. Y además dan cierta imagen de primitivismo y/o de mala vida. ¿A alguien le queda alguna duda de que esta "civilización" va hacia atrás en lugar de hacia adelante?

lunes, 28 de noviembre de 2011

Fauna moderna (5): Descargadores compulsivos

Esta especie derivada de los todogratis también merece un tratamiento en estas notas. La característica principal de sus integrantes es una manifiesta incapacidad, o por lo menos reticencia, a comprarse algo original (ya sean CDs de música, DVDs de películas o series, entradas de cine, videojuegos y ahora ya empiezan también con los libros), y en su lugar pillárselo del top-manta o, preferiblemente, descargárselo de Internet.


Cierto es que España siempre ha sido un país en el que las palabras "gratis", "rebaja" o "descuento" producen una fascinación colectiva. No hay más que fijarse en cosas como las colas descomunales de personas que se abalanzan sobre lo que se da cuando un grupo de agricultores decide regalar algún alimento como protesta, la afluencia masiva a cualquier espectáculo gratuito o jornada de puertas abiertas, la gente entrando desesperada a los grandes almacenes en las rebajas para arramblar con todo, o el estar siempre al loro de descuentos y ofertas de distintos sitios (cupones descuento de X, tarjetas de Y, promociones de Z, etcétera, etcétera).


Con la proliferación de Internet y la banda ancha, ahora este tipo de individuos tiene vía libre para obtener casi totalmente gratis lo mencionado anteriormente, gracias a Emules, Megauploads, Bittorrents, streams y demás. En ocasiones esto llega hasta tal extremo de absurdidad que tienen tanta música, cine y videojuegos descargados que no les queda tiempo material de disfrutar de todo ello, y en su lugar lo único que hacen es almacenarlos en discos duros externos o en cajones y seguir descargando aún más, no se sabe con qué fin... No sólo eso, sino que además alardean de ello: te enseñan orgullosos sus cajones llenos de juegos, sus discos externos con gigas o teras de material descargado, el orgasmo que les produjo piratear su videoconsola o que ya han visto una película que ni siquiera se ha estrenado todavía en los cines.

No negaré que por ejemplo las temporadas de series son una clavada y que con los CDs de música se pasan bastante. Ahora bien, los descargadores se escudan en el precio para llegar a extremos realmente delirantes. Han llegado a tal nivel de adicción que sinceramente creo que si una entrada de cine valiera 3 €, y un disco o DVD 10 €, tampoco se gastarían el dinero en ello. Mientras que sea más barato proporcionalmente pagar a la compañía telefónica por la tarifa plana de banda ancha, ahí que seguirán.

De hecho España, en cuanto a volumen de descargas en Internet, en términos absolutos, es el segundo país del mundo, por detrás de China. Pero claro, hay que tener en cuenta que en China la población es 30 veces mayor, así que sale algo así como que un español de media descarga 15 veces más material que un chino, y no digamos ya que habitantes de otros países... En fin, esto da una idea de qué tipo de gente habita este país.

Me exaspera especialmente el tema de la piratería en gente de mi gremio. Un ciudadano de a pie puede que no se dé idea de lo que cuesta hacer un programa informático o un videojuego decente, pero un informático lo sabe perfectamente. Hay una cantidad ciertamente notable de descargadores compulsivos que a su vez son informáticos, lo cual es una señal de hipocresía tremenda. Claro, luego éstos trabajan en empresas y pretenden que les paguen por su trabajo, y que los programas que desarrollen sean de pago. O sea, que los demás me paguen a mí por mi trabajo, pero yo no pago a los demás por el suyo. Qué bien, qué gran ejemplo...


Luego también odian profundamente a la SGAE y se manifiestan en contra del canon. Qué cojones, tendría que ser yo el que protestara contra el canon, ya que yo si me compro un disco duro externo es para almacenar fotos, no para tener películas y videojuegos por la patilla, y estoy pagando por los desmanes de estos jetas...

¿Qué creo yo que se tendría que hacer? Propongo lo siguiente:

  • Por un lado está claro que las discográficas, los cantantes y los actores tienen unos salarios desproporcionados. Otro tema que tiene tela son los derechos de autor, sobre todo cuando hace siglos que murieron (¿que los herederos de Mozart cobren? Vamos, no jodamos.). Tendría que llegarse a unos niveles razonables de retribuciones y precios. Ahora bien, los actuales son caros, pero muchas veces tampoco para tanto: una entrada de cine es como una copa en un bar, y un videojuego, aunque a lo mejor te valga 60 €, te puede durar meses, si te lo compras con un cierto análisis previo.

  • En cuanto al tema de las descargas, en mi opinión se tiene que perseguir individualmente. Para ello, la única salida que le veo es acusar a las compañías telefónicas y proveedores de Internet de complicidad de delito (sin acceso a Internet no puedes cometer el delito, así que son obviamente cómplices) y que, o bien delaten a los descargadores o bien que asuman ellas las multas consecuentes. Sobre lo primero dirán que atenta contra el derecho a la intimidad y las libertades individuales, pero el hecho es que las compañías telefónicas ya monitorizan el tráfico, así que no veo cuál sería el problema. Sobre lo segundo, evitaría tener que juzgar a casi toda la población española, pero si las multas son de cuantía entonces las compañías telefónicas tendrían que subir sus tarifas, y seguramente ya dejara de compensar el usar Internet para descargas, con lo cual éstas se reducirían drásticamente.

O se toman medidas así, o esto sólo va a ir en aumento (de hecho, es que las tarifas telefónicas en España son de las más caras de Europa, y aún así ya se ve lo que hay). Mientras siga habiendo pringados que paguemos de vez en cuando por los originales puede que la cosa se mantenga, pero a lo mejor suben tanto los precios que también nosotros nos hartamos y lo mandamos a la mierda. Los descargadores habrían conseguido entonces que la música o el cine desaparecieran, pagando como siempre justos por pecadores. Además, seguro que tampoco lo lamentarían mucho, sino que encima se burlarían de los pringadetes con el argumento infantil e irresponsable de "sí, los hemos hecho desaparecer, pero que nos quiten lo bailao".

viernes, 25 de noviembre de 2011

Encontrar trabajo y encontrar novia: un proceso casi idéntico

Ahora que estoy terminando el doctorado me encuentro inmerso en el primer objetivo del título de este comentario. Realmente por primera vez, por la propia naturaleza del dichoso doctorado, y por haberlo cursado en la misma universidad que la carrera. Sobre la segunda meta, lleva siendo una búsqueda bastante infructuosa a lo largo de bastantes años. Bien es verdad que acerca del parecido teórico entre ambas cosas ya había yo reflexionado largo y tendido, pero ahora lo estoy viendo confirmado sobremanera en la práctica. Intentaré ilustrarlo en los siguientes puntos:


  • Ambas son cosas que sólo se intentan encontrar cuando se activa un chip interno que te dice que deberías espabilar en la vida, o que ya te has hecho mayor y tienes que buscar tu propio camino. Es posible también que te veas arrastrado a buscarlo porque todo el mundo a tu alrededor lo hace, y te dice que es lo correcto.

  • La mayoría de tus congéneres tiene ambas cosas (bueno, ahora trabajo cada vez menos), aunque nunca terminan de explicarte bien cómo las consiguieron. Unos te hablan de que "surgió, ni me lo esperaba", otros de que "pues probando por ahí", y otros de que "a través de conocidos". Irónicamente, no acaban de saber cómo las consiguieron, pero te dan muchos consejos sobre el tema, de cómo tienes que comportarte, de lo que tienes que decir, y te dan ánimos y desean suerte. Si vuelves sin haber conseguido el objetivo, te vendrán con palmaditas en la espalda, "ya encontrarás algo" o "mejor así, porque no te convenía". Incluso cuando fracasan repetidas veces, les gusta el proceso de intentar conseguirlo, y nunca pierden la esperanza.

  • Echas un vistazo a tu alrededor, a ver qué hay en el mercado, e intentas echar tu candidatura a aquellas empresas/chicas que más te llaman la atención. La inmensa mayoría echan un breve vistazo a tu currículum y te descartan de entrada, tanto más cuanto más poderosas y llamativas sean. Las que no te descartan suelen tener inicialmente de todas maneras muchos candidatos dispuestos a conseguir el puesto.

  • Comienza entonces una serie de citas/entrevistas, destinadas a ir filtrando cada vez más entre los supuestos candidatos. A estos encuentros tienes que ir lo más guapo que puedas, y tienes que intentar venderte para convencer a la examinadora de que mereces la pena, de que puedes aportarle grandes cosas y de que eres mejor que cualquiera de los otros aspirantes.

  • La primera criba consiste en ver que no eres retrasado mental. Si has dado la talla, en los siguientes encuentros va subiendo cada vez más el nivel de interacción, y se evalúa el nivel de labia. A veces, pueden preguntarte sobre cuestiones bastante personales e íntimas, ante las que debes improvisar y salir airoso. De lo contrario, serás descartado del proceso. Si consigues mantenerte en él porque ella te llama y quiere volver a verte, cada vez tienes menos rivales con los que competir.

  • Si no tienes experiencia, eso supone un gran inconveniente y te cierra casi todas las puertas. Cuanta más experiencia tengas y más prestigioso sea tu historial, tanto mejor. De hecho, les pone que hayas trabajado con empresas rivales del mismo sector, y que las hayas abandonado por elegirla a ella. Siempre se valora positivamente el haber tenido experiencias exóticas en otros países. Si te estás viendo a la vez con otras, se les dispara el mecanismo de los celos exteriormente, pero interiormente ganas puntos.

  • Si consigues llegar hasta el final con alguna, se considera un gran logro. Si tienes la suerte de que hay varias interesadas en contratar tus servicios, tienes que elegir muy cuidadosamente, e incluso aunque te guste la elección alguna vez te preguntarás "¿y si hubiera elegido aquella otra?". Si por el contrario no le interesas a ninguna, se considera socialmente que estás en una situación de desesperación, sobre todo si eres un parado de larga duración. Pero no te preocupes, que en las páginas tipo MSN/Yahoo y en las revistas aparecen continuamente consejos sobre qué debes hacer para tener éxito en ese terreno, y tus amigos te animan con el consabido "ya te llegará".

domingo, 13 de noviembre de 2011

Sobre el debate electoral

Hace unos días pudimos ver el cara a cara entre Rubalcaba y Rajoy. Aparte del vergonzoso hecho de que sólo fuera un debate a 2 (ninguneando así al resto de partidos y volviendo a dejar claro que éste es un país bipartidista en el que el PP y el PSOE son como el Barça y el Madrid), y de que el formato y el contenido estuvieran pactados de antemano, no dejan de sorprenderme los análisis que se han hecho después.

Estos análisis los llevan a cabo personas que se supone que tienen criterios de opinión (políticos y periodistas, básicamente, aunque en número abrumador). No sólo eso, sino que últimamente también se tiene en cuenta de una manera desmesurada lo que dicen unas cuantas castas dedicadas a vivir del cuento: asesores de imagen, morfopsicólogos, catedráticos de "comunicación política" (sic)...

Aun suponiendo que son todos expertos, ¿cómo pueden decir que Rajoy propuso más cosas que Rubalcaba? Es de auténtica risa. Las "propuestas" de Rajoy no son más que la siguiente cadena de supuestas implicaciones:

Cambia el gobierno => se genera "confianza" => los "mercados" se empiezan a mover => se reactiva la economía => se genera empleo => el Estado recauda más => se pueden financiar los servicios estatales => todo va viento en popa.

Una cadena de implicaciones falsa en su mayor parte de eslabones. Ya se ha visto en Portugal y Reino Unido que los cambios de gobierno hacia la derecha no han tenido ningún efecto, sino que esos mercados les han seguido vapuleando. No se ha reactivado la economía, sino todo lo contrario. Es más, con recortes no se puede reactivar nada, porque la gente no consume.

La segunda mitad de la cadena sí que es cierta, pero empieza por lo de generar empleo, y ésa es la pregunta que nadie responde, y Rajoy menos que nadie. ¿Cómo se genera empleo? Es que además un gobierno si acaso puede generar empleo público, pero con respecto al privado no puede hacer gran cosa. Y no se nos olvide que la inmensa mayoría del paro generado (3 millones) proviene del sector privado (1'5 millones de la construcción).

Y volvemos a lo de siempre: los empresarios y banqueros nunca pierden, hagan las cosas bien o mal. Si las hacen mal, es por culpa del Gobierno. Si las hacen bien, es por ser seres superiores. En cualquier caso, se autoasignan indemnizaciones millonarias, independientemente de la situación.

Lo único en lo que tiene razón Rajoy es en que Rubalcaba está proponiendo cosas (pero al menos propone) que el PSOE no ha hecho durante estos años. Es más, muchas veces han hecho justo lo contrario. En realidad el gran error del PSOE ha sido no pinchar la burbuja inmobiliaria (una burbuja iniciada por el PP y que va a intentar repetir sin éxito) y procurar explotarla. De ahí viene prácticamente todo de lo que ha pasado después, y parece que les va a costar muy caro.

Dado todo esto, yo creo que Rubalcaba se equivocó un poco en la estrategia, y tendría que haber hecho más autocrítica de la que hizo. Puesto que parece estar todo perdido, no pasa nada por arremeter contra tu propio partido. Los asesores son unos ñoños que nunca se quieren arriesgar, pero para conseguir movilizar a los desencantados de izquierdas, yo habría dicho algo así:

"Buenas noches. No les voy a negar que España se encuentra en una situación delicada en este momento por la crisis financiera mundial. Recalco la palabra 'mundial' porque a algunos parece que se les olvida que esta crisis es global y que la creó la especulación financiera. En el caso particular de nuestro país esta crisis está teniendo unos efectos más adversos que en otros países, puesto que nuestra economía reciente se ha basado en un castillo de naipes llamado burbuja inmobiliaria, gestada por el partido del señor que está aquí a mi derecha.

Ahora bien, la culpa no es exclusivamente del PP. En el PSOE cometimos la gran irresponsabilidad de intentar seguir con la burbuja y nos estalló en las manos. Asumo mi parte de responsabilidad y pido disculpas por ello. Eso sí, aprovecho también para decirles que yo veía venir las consecuencias y así se lo intenté hacer ver a mis compañeros de partido.

Pero ya saben ustedes que los partidos políticos en España funcionan como sectas, y ésta es una de las causas por las que no conectamos con los ciudadanos. Es vergonzoso que estemos aquí hoy sólo los representantes de 2 opciones políticas, por ejemplo. Es igualmente vergonzoso que en las votaciones en el Congreso y el Senado voten los partidos en bloque, sin disidencia de ideas. Y esto fue lo que pasó en el PSOE: se tenía que hacer lo que decía su anterior Secretario General, y en bastantes ocasiones lo que sugería no era la decisión más adecuada.

Ahora el líder del partido soy yo, pero no pretendo que todos mis compañeros compartan mis ideas. Es natural que no sea así, y sólo de esta manera se puede llegar a decisiones sensatas, compartiendo ideas y mejorándolas entre todos, porque nadie es perfecto. Como no quiero imponer mis criterios unilateralmente, quiero proponerle al señor Rajoy una reforma a fondo de los partidos políticos y ya de paso de la Ley Electoral.

Sugiero lo siguiente: un sistema de listas abiertas, como ya se hace en otros países, donde la gente pueda seleccionar a quienes prefieran, sin un orden preestablecido. Que el Congreso pase a tener una circunscripción única, porque ya existen las Comunidades Autónomas para defender los intereses de las provincias. No nos engañemos, señor Rajoy: ni yo voy a hablar en la Cámara de Cádiz ni usted de Pontevedra.

Con esa circunscripción única que se haga un reparto estrictamente proporcional de los votos totales, y así sólo se cometería algún pequeño error por redondeo. Sí, ya sé que tanto usted como yo salimos perdiendo de esta manera, pero basta ya. Es injusto e inmoral que partidos como UPyD o IU necesiten hasta 8 veces la cantidad de votos que nosotros necesitamos para obtener un escaño. No hay derecho a esto, y además siempre nos estamos acusando mutuamente de hacerles concesiones a los nacionalistas. Seguramente de esta forma ni usted ni yo tendríamos que pactar con ningún partido nacionalista, sino con estos 2 partidos, que a priori deberían ser nuestros aliados naturales.
"

Independientemente de las simpatías de cada uno, creo que con un discurso de este estilo la mayoría habría pensado: "joder, un tipo sincero y que propone cosas valientes". En vez de un: "¿el debate? Pues lo de siempre", quizás la gente probablemente estaría diciendo "pues no me esperaba lo que dijo Rubalcaba, fíjate, por una vez alguien de uno de los partidos mayoritarios arremete contra el sistema..."

domingo, 30 de octubre de 2011

La publicidad inútil

Leí un artículo hace poco que estudiaba cómo ha variado en los últimos años el gasto que hacen las compañías en publicidad en distintos medios. Una de las conclusiones a las que llegaba el autor era que con la crisis se ha reducido ese gasto en prácticamente cualquier medio (excepto en Internet), especialmente en la prensa y la televisión. Esto ha hecho que algunos periódicos y cadenas de televisión hayan visto considerablemente mermados sus ingresos, encontrándose ahora en apuros económicos, puesto que la publicidad era su principal fuente de financiación.

A pesar de ello, el gasto en conjunto sigue siendo tremendo, y me pregunto si en muchos casos no es sencillamente un despilfarro. Es francamente posible (como me sucede en casi todas las cosas) que yo no reaccione igual ante la publicidad que la mayoría de seres humanos, pero conmigo la verdad es que casi ningún anuncio es efectivo, y muy especialmente los de los últimos tiempos. Echemos un vistazo a lo que ofrecen los distintos medios:


  • Televisión: a veces no hay más remedio que tragarse anuncios, pero intento minimizar la cantidad de anuncios que veo, o bien cambiando de canal mientras dure la pausa publicitaria o bien poniendo una cadena con pocos anuncios (Canal + y TVE). Suponiendo que estoy aguantando alguno, me pasa casi todas las veces que recuerdo el anuncio en sí e incluso a veces puedo recordar qué tipo de producto es ("ah sí, esta horterada era de un perfume" ó "esta gilipollez al final era para un coche"), pero no recuerdo cuál es el producto concreto que están anunciando. Cuando al final se desvela, suelto un "ah coño, es verdad", pero la próxima vez me volverá a pasar lo mismo. Queda claro entonces que el anuncio que ha pagado la compañía de turno no ha sido efectivo, porque no distingo a su producto del de la competencia (y a veces ni siquiera el sector del producto).

  • Radio: creo que éstos son los más útiles. Puesto que no hay imágenes, los publicistas sólo pueden jugar con el sonido o con las palabras. Por tanto, son mucho más habituales aquí recursos como el poner una musiquita o el hacer un chiste malo que en otros medios. Al final para mí eso es lo mejor: un anuncio que tiene una melodía o un eslogan pegadizo, en el que además se cita el nombre del producto. Inevitablemente los recuerdas y con el recuerdo sabes qué producto es. Me vienen a la cabeza los Puritos Dux ("lo bueno no tiene precio, Puritos Dux"), o anuncios que recurrían hace años a esta misma estrategia en la televisión: "yo soy aquel negrito del África tropical que cultivando cantaba la canción del Cola Cao", "chocolate con leche Nestlé extrafino, un gran vaso de leche en cada tableta", "batidos Puleva, le va, le va, le va", "en estas Navidades turrón de chocolate, en estas Navidades turrón de Suchard". Yo no sé por qué ya hay cada vez menos de este tipo, cuando su efectividad es evidente.

  • Prensa: aquí es al revés, porque sólo hay imagen y no hay sonido. En este caso lo que me pasa es que con los años he desarrollado una especie de ceguera hacia los anuncios. Todo aquello que parezca ser un anuncio y no un artículo lo veo borroso, o no le dirijo la vista, o paso la vista tan rápido que no me fijo. Alguna excepción hay, por ejemplo con algunos anuncios a toda plana en los que aparece alguna tía que esté particularmente buena, o cuando tiene una imagen que es impactante por algún motivo. Eso sí, puede ser que sólo me fije en la imagen y no en lo que se está anunciando, con lo que volvemos a lo mismo. Los anuncios pequeños que insertan en algunas páginas también es como si no estuvieran.

  • Internet: es el medio más versátil, pues ahí los anuncios pueden ser vídeos o imágenes estáticas, y puede haber sonido o no. Curiosamente me parece el más inútil de todos: normalmente no tengo el sonido activado en el ordenador (el sonido de anuncios inesperados es un coñazo), con lo cual ya he evitado que me subyuguen como en la radio. Cuando estoy en una página con noticias o contenido que quiero leer, me pasa como en la prensa: he desarrollado un instinto que me hace ciego ante todos los anuncios y banners que me aparecen. Si alguna vez surge uno a pantalla completa, el instinto me hace ver rápidamente la equis de cierre, por muy pequeña que ésta sea. Como además estoy buscando la puta equis, paso de lo que me están enseñando en el resto de la pantalla. Mira que llevo años usando Internet, y juraría que todavía no he hecho clic en ningún anuncio por pura voluntad: si acaso porque me he equivocado con el ratón al darle a la equis o al seleccionar texto (cosa por cierto no tan extraña con los malditos ratones táctiles de los portátiles). Luego aparte está el spam, que si no lo ha eliminado ya el filtro de correo lo elimino yo directamente, y una cosa muy moderna ella que se llama "marketing viral", que consiste en que te llega un correo invitándote a que lo difundas entre tus conocidos, y se supone que tú eres tan gilipollas que vas y lo haces. Mi reacción habitual es: "si a mí esto me molesta, paso de molestar yo a más gente con esta mierda, anda y que te follen". Zas, eliminar.

Así pues, la inmensa mayoría de los anuncios me parecen inútiles. Es particularmente ridículo cuando encima un anuncio se pone trascendente, pretende ser una obra de arte (muy corriente en los de coches), y al final el único recuerdo que tienes es desagradable (que era una pretenciosa soplapollez), y sin acordarte tampoco de qué cojones vendía. En fin, ellos sabrán, esos señores tan listos llamados publicistas.

domingo, 23 de octubre de 2011

El dudoso derecho a rescates e indemnizaciones

La actualidad informativa de los últimos tiempos por desgracia habla con frecuencia de casos de gente que es secuestrada o que resulta herida o muerta en accidentes y conflictos en el extranjero. Hoy mismo tenemos el caso de unos cooperantes a los que han secuestrado en el Tinduf, pero no hace mucho pudimos oír hablar de un petrolero secuestrado en el Golfo de Guinea, de otros voluntarios raptados en Mauritania, o de pescadores retenidos en Somalia. Esto por no hablar de soldados muertos en Afganistán o el Líbano, o de montañeros congelados en el Himalaya, por ejemplo.

A estas personas les reconozco su capacidad de sacrificio: para ayudar a los demás en el caso del voluntariado, para intentar sacar adelante a sus familias en aguas remotas en el caso de los pescadores, para tratar de pacificar el mundo en el caso de los soldados, o simplemente por superación personal, como es el caso de deportistas y exploradores. Eso es algo francamente elogiable.

Ahora bien, que sea elogiable no quiere decir que esas personas sean santas ni que todo lo que hagan sea razonable. Para irse por propia voluntad a un lugar en conflicto bélico, a un país en el que la seguridad brilla por su ausencia o a un territorio hostil hace falta estar un poco majara. Otra cosa es que a uno le fuercen a tal cosa, pero ninguno de estos casos es así. Quien se hace soldado es porque quiere, quien se va de voluntario a un sitio mísero y peligroso es porque le apetece, y quien pone en juego su vida yéndose de aventura es porque le produce placer y excitación hacerlo.

Cuando todo va bien fantástico, pero el problema viene cuando se tuercen las cosas y se tienen que asumir responsabilidades. En esta época de infantilismo y de irresponsabilidad generales, puesto que a nadie se le exige que asuma su parte de culpa, resulta que tiene que ir siempre papá Estado en ayuda de los pescadores y voluntarios a los que han secuestrado, de los montañeros que se han despeñado o de los turistas que se han ido a un país donde ha habido un terremoto o ha estallado una rebelión.

Y yo me pregunto si esto es justo, y tiendo a pensar que no. Es verdad que es un tema delicado, en el que hay que poner la frontera de cuándo es simplemente imprudencia tuya y cuándo no. Tampoco estoy diciendo que haya que dejar a esa gente desamparada, no. Lo que discuto es que sea la Administración la que tenga que pagar por los rescates, tratamientos o repatriaciones de personas que han ido a sitios hostiles bajo su cuenta y riesgo. Parece que hoy en día de esta expresión la gente sólo se queda con "bajo su riesgo" (aunque este riesgo lo desdeña), y se olvida de la parte de "bajo su cuenta".

¿Solución? Pues en mi opinión es bastante sencilla. Hay una cosa que se llaman compañías de seguros que están diseñadas para estos casos. Si te vas de viaje o de voluntario a un país exótico, hazte un seguro de viaje. Si practicas un deporte de riesgo asiduamente o tienes una profesión de riesgo, hazte un seguro de vida. Y si eres más chulo que un ocho, y piensas que no te va a pasar nada y luego te pasa, pues te tocará asumir los costes, amigo. El Estado debería ponerte su aparato diplomático para negociar y traerte de vuelta a casa, pero luego te tendría que pasar la factura.

Otra posibilidad es que el Estado actuara como una compañía de seguros. Al igual que el caso es examinado cuidadosamente por un perito si uno tiene un accidente y solicita indemnización por parte de la compañía, podría existir perfectamente un cuerpo de peritos estatales encargados de evaluar el nivel de imprudencia de los que se han visto envueltos en estos casos, y actuar en consecuencia. Y si consideran que es tu responsabilidad, pues lo mismo, tendrás que asumir tú los costes de la ayuda que te han brindado.

Pero no, no hacemos esto, sino que además la sociedad lamenta mucho este tipo de sucesos, y sorprendentemente exige hasta indemnizaciones. "Uy, pobrecitos los pescadores del Alakrana, no hay derecho". Oiga, que nadie les obliga a pescar ahí, anda que no hay océanos en el mundo. "Nuestro apoyo para los cooperantes con el pueblo saharaui". Vamos a ver, uno puede ayudar en su barrio a gente mayor o a niños con dificultades, no hace falta irse a un sitio peligroso para hacer buenas obras.

E irán apareciendo más y más casos, y los telediarios pintándoles como mártires. ¿Qué pasa, que en parte no se lo han buscado?

martes, 4 de octubre de 2011

Absurdeces de Estados Unidos (3ª parte)

Todavía no me he quedado a gusto criticando a este país, y eso que no voy a tocar temas que saltan a la vista, como son: la simpleza de un porcentaje considerable de la población, la cantidad de iglesias, sectas y religiones extrañas que profesan, el uso de armas y la vigencia de la pena de muerte en bastantes estados, la negación de la evolución, etcétera. En lugar de eso, voy a tratar cosas más mundanas que me encontré por allí, pero también absurdas. Concretamente, hoy trataremos sobre el tráfico rodado, que da para mucho.

  • Estado deplorable de las carreteras: es bien sabido que tener un automóvil es imprescindible en este país, en el que no hay casi nada pensado para que puedas caminar. El transporte público es directamente para los inmigrantes, desharrapados y demás morralla, y por eso falla más que una escopeta de feria, es poco frecuente y en él abundan la mugre y la cochambre. Uno pensaría entonces que las carreteras están muy cuidadas. Bueno, pues no, están hechas un desastre. Las interestatales tienen un montón de baches, y aproximadamente cada 100 metros hay restos de neumáticos en los arcenes, cuando no en la calzada (sí sí, cachos de rueda directamente, algo nunca visto). El asfalto es además el típico de cemento rayado (como el infame tramo de la A-4 que baja a Aranjuez), con lo cual todos los vehículos hacen mucho ruido. Se da también la grotesca circunstancia de que el Estado no se hace cargo de estas autopistas, sino que están divididas por tramos, y cada uno lo gestiona y patrocina una empresa. Visto lo visto pasan todas olímpicamente del tema.

    • Coches: el parque automovilístico yanqui se caracteriza por tener unos coches ridículamente grandes y aparatosos, con aberraciones que se ven raramente en otros lugares del mundo (si bien nos estamos contagiando de su idiocia): barcazas anchísimas, pick-ups aún más anchos, monster trucks mastodónticos, todoterrenos bestiales tipo Hummer, y limusinas kilométricas. Unidle a eso el hecho de que tienen intermitentes rojos. Exacto, del mismo rojo que las luces de freno. ¿A qué lumbreras, y nunca mejor dicho, se le ocurrió tal cosa? Aunque poco a poco van ganando en cordura y se compran cada vez más coches europeos y japoneses de un tamaño normal y con intermitentes naranjas (quizás más que nada por la quiebra de la General Motors), sigue habiendo muchos coches de un tamaño descomunal. Así pasa luego que en las ciudades en vez de calles lo que hay son autopistas de varios carriles. Vale que es un país inmenso y que muchas veces hay sitio más que suficiente, pero esas bestias no hacen más que chupar gasolina y contaminar. 

    • Cambio automático: no sólo eso, sino que el consumo es todavía mayor por el hecho de que todo va con cambio automático. Encontrar un pedal de embrague en Estados Unidos es más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Me imagino que lo hacen así porque el nivel intelectual de un yanqui medio no le da para conducir un coche con cambio manual. No contentos con simplificar el increíble desafío intelectual de tener que cambiar marchas, ignoran casi todos qué significan unas marchas misteriosas con las que te topas en la palanquita (en concreto, una que se llama L, y otra que pueden llamarse 1, 2 ó 3). Las criaturas no pasan de que R es marcha atrás, D para avanzar, N punto muerto y P para aparcar, y cuando uno quiere comprobar en el manual del coche para qué rayos sirven las otras marchas, éste las omite. El que haya una marcha P implica también que el cambio tiene un freno de mano integrado que bloquea las ruedas del coche. Genial, pero resulta que hay coches que tienen otro freno de mano sorpresa, y en donde no pone nada parecido a "brake".

    • Aparcacoches: gracias a uno de éstos aprendí de la existencia del freno de mano sorpresa, porque el cabrón lo dejó puesto sin avisar. Mientras que por estos lares el dejarle las llaves a un aparcacoches indica que estás en un sitio glamouroso, y probablemente que tienes un buen coche, allí lo puedes hacer siendo cualquier pringadete. Sigue conservando algo de distinción porque no los hay en cualquier sitio -por ejemplo, no los hay en los moteles, pero sí en los hoteles-, pero no tiene ni mucho menos por qué ser un sitio lujoso; puede ser por ejemplo el aparcamiento de un centro comercial. Si eres tan retrasado mental que incluso con cambio automático y plazas como dársenas de autobuses te ves incapaz de aparcar tu coche, el aparcacoches (allí lo llaman "valet") es tu opción. Si hace ya 5 minutos que no le has dado propina a alguien y tienes mono, el aparcacoches es tu opción. Y si no eres retrasado mental, pero eres un iluso y piensas que llegas al hotel o a la agencia de alquiler y aparcas tú el coche, que para eso lo has pagado, el valet te encañona con una pistola y también es tu opción.

    • Calles perpendiculares: el tener calles así en principio está bien, porque el tráfico se organiza mucho más fácilmente, y puedes numerar las calles, sin necesidad de ponerles nombre. Los problemas vienen cuando estás en un sitio en el que hay cuestas, y por cabezonería te empeñas en montar aquí también una red perpendicular de calles. Eso es lo que es San Francisco, y claro, muchas veces la pendiente es excesiva. Pero para chulos e inflexibles los estadounidenses.

    • Cruces: como las calles son perpendiculares, (casi) todos los cruces son en forma de cruz. Parece que las rotondas no han llegado al país. Aparte de la curiosidad de que los semáforos están del otro lado del cruce -la primera vez es casi imposible no cagarla, pero es cuestión de acostumbrarse-, hay dos situaciones bastante desconcertantes. La primera es cuando no hay semáforos y en los cuatro sentidos hay un hermoso stop, cosa bastante frecuente en los pueblos. Hermosa situación en que todos se quedan esperando a todos, hasta que algún valiente decide a aventurarse. La segunda es cuando uno quiere girar a la derecha, pero el semáforo está en rojo. El caso es que puedes hacerlo en casi todo Estados Unidos (no siempre, en Nueva York está prohibido), pero no deja de tener su riesgo: como estás en el carril derecho, te tienes que parar bastante antes del cruce, y lo que tienes a la izquierda son diversos tipos de barcazas y tanques, lo más probable es que no veas lo que te viene por la izquierda. Dado que además no es tu país, decides que te quedas esperando el semáforo, sin poner el intermitente, y luego haces como que en el último momento cambias de opinión, pones el intermitente y giras. Así no te pitan, y todos contentos.