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jueves, 25 de octubre de 2012

El dopaje en el deporte

Hace unos días se confirmó lo que yo desde hace muchos años venía denunciando: que Lance Armstrong se dopaba día sí y día también. Recuerdo la indignación de la gente cuando el tramposo estaba en su época de apogeo ganando sus 7 Tours consecutivos, y yo les argumentaba que aquello era manifiestamente imposible.

Motivos no me faltaban: que nadie puede ser mejor después de un cáncer que antes de padecerlo, que Armstrong había sido un corredor potente y rodador bueno para las clásicas, pero no un escalador ni tampoco un gran contrarrelojista, que ganaba con demasiada facilidad y en todas las especialidades...

Pues nada, la gente completamente obnubilada: que si yo era un incrédulo, que siempre pensaba mal de los demás, que qué sabía yo de ciclismo (cuando había visto todas las grandes vueltas desde 1990), que era incapaz de asumir que un deportista podía ser manifiestamente superior, y demás zarandajas. Sólo recuerdo a una persona que estaba de acuerdo conmigo. Hale, pues con su pan se lo coman. Bien calladitos que están ahora.

Dada la repercusión de la noticia, es el momento adecuado para hablar del tema del dopaje deportivo en general, a ver si esta vez alguien me hace un poquito más de caso. De hecho, y aunque también se me acusará ahora de antiespañol, aprovecho para airear otras de mis sospechas:

  1. Existen al menos 3 deportes en los que el dopaje es masivo, por no decir absoluto: ciclismo, atletismo y natación. Hay otros, como el fútbol, el baloncesto o el tenis, donde me parece que no es tan masivo, pero sí considerable.
  2. De las actuales figuras deportivas, opino que entre otros se dopan Usain Bolt, David Rudisha, Rafael Nadal, Novak Djokovic, Alberto Contador o los jugadores de la NBA (donde sólo tienen que pasar un control, y siempre en octubre). De los ya retirados, pongo en el punto de mira por ejemplo a Miguel Induráin y Michael Phelps.
  3. El creciente número de casos de muertes repentinas en el deporte están directamente relacionadas con las drogas, ya sea por dopaje o porque las toman en distintas juergas.

Paso a justificar un poco estos 3 puntos:
  1. Elijo esos 3 deportes porque son con diferencia en los que cada año se baten más récords mundiales (basta recordar algunos de los últimos mundiales de natación), algo manifiestamente imposible si se jugara limpio. ¿Por qué? Pues muy sencillo: porque una vez que el deporte se profesionaliza, todos los deportistas de élite están cuidadosamente elegidos y entrenados en exclusiva para ella, con lo cual el hecho de batir un récord sería algo excepcional, y no algo que suceda cada año (y conforme van pasando los años, debería ser cada vez más excepcional). Los materiales no han mejorado tanto en los últimos años como para justificar esa mejora de las marcas, así que tampoco sirven de explicación. Y además de eso, está el tremendo número de precedentes: me vienen a la cabeza gente como Marion Jones, Maurice Greene, Justin Gatlin, Ekatherini Thanou, Richard Virenque y todo el equipo Festina, Marco Pantani, Joseba Beloki, Jan Ullrich y toda la Operación Puerto...
  2. Este punto es consecuencia del anterior: todo aquel que bata récords de forma inusitada y además con un margen tremendo (Bolt, Rudisha, Phelps), que tenga una musculatura desproporcionada o nunca vista antes en ese deporte (Nadal, los de la NBA), que de repente empiece a ganar todo y de forma abrumadora (Armstrong, Djokovic el año pasado), o que corra o aguante físicamente demasiado dada su complexión (Induráin) tiene casi todas las papeletas para ir hasta las trancas.
  3. Esto también está relacionado con el punto 2. La clave es que cuando un suceso se sale demasiado de la tendencia habitual, algo sucede. Pasan décadas sin haber prácticamente ninguna muerte en un campo de fútbol, y de repente empiezan a caer como moscas (Puerta, Jarque, Foe...), gente joven y supuestamente en muy buena forma física, y la justificación para ello es que tienen malformaciones cardíacas que curiosamente nunca se habían detectado antes, cuando ahora tienen a médicos especializados a su disposición, dietas personalizadas, monitorización mucho más frecuente que hace años... Pues no cuela, señores.
Podría extenderme más, pero me parece que es algo tan obvio que no debería admitir discusión. Lanzados ya los dardos, intentemos ahora ser un poco más constructivos y analizar por qué sucede esto y cómo se podría solucionar.

Sobre las causas, creo que las fundamentales son 2:
  1. La cantidad de dinero en juego. Cuando el premio es muy suculento y hay muchos intereses creados, las trampas afloran como setas. Cuando el Tour de Francia era una carrera para unos pocos desconocidos que se dedicaban a la bici como afición, aquello era puramente vocacional; ahora que es una carrera que mueve millones cada año y que sólo la corren ciclistas entrenados exclusivamente para ello, pasa a ser un negocio y no una afición. Y ya sabemos cómo es el mundo de los negocios, donde la honradez se deja de lado porque lo que importa son los resultados y las ganancias.
  2. La necesidad de espectáculo continuo. Gran parte del dinero que se mueve en el deporte viene de los medios de comunicación, especialmente de la televisión. A cambio de los derechos televisivos, el organizador del evento deportivo cobra un pastón. Pero claro, a su vez los directivos de las cadenas esperan que estén delante de la televisión millones de personas, incluso aquellas a las que ese deporte no les llama la atención especialmente. Y esto no es posible si cada año no se da algún aliciente: que se batan récords mundiales, que se vaya cada vez más rápido, que se tire cada vez más fuerte, que las pruebas sean cada vez más duras... El deporte se ha convertido en un circo, y el que haga el más difícil todavía es el que se lleva el gato al agua.
¿Cómo se soluciona este asunto entonces? Pues sólo veo 2 posibles salidas:
  1. Volver a los orígenes y que el deporte moviera menos dinero y no fuera tan espectáculo de masas. Esto es muy utópico, pero me parece totalmente irreal porque ya hay demasiados intereses creados. De hecho, la posibilidad de que pillen a alguien dopándose y lo expulsen parece que se ha integrado ya como parte del show...
  2. Ser pragmático, dejarse de matar moscas a cañonazos y admitir abiertamente el dopaje, y que quienquiera que esté viendo un deporte sepa que allí todo el mundo puede ir hasta arriba. A pesar de lo que pudiera parecer, no creo que esto repercutiera demasiado en las audiencias (sin ir más lejos, en Estados Unidos siguen viendo la NBA y el béisbol como si nada), y además se ahorraría todo el dinero de los controles antidopaje.
Dicho sea de paso, ésta es también mi opinión sobre las drogas en general. Debería legalizarse su consumo en todo el mundo, y así de un plumazo nos ahorraríamos todo el dinero de la lucha contra el narcotráfico, y todas esas bandas que se hacen de oro se tendrían que dedicar a otra cosa. Pero de esto hablaremos más en detalle otro día.


lunes, 28 de noviembre de 2011

Fauna moderna (5): Descargadores compulsivos

Esta especie derivada de los todogratis también merece un tratamiento en estas notas. La característica principal de sus integrantes es una manifiesta incapacidad, o por lo menos reticencia, a comprarse algo original (ya sean CDs de música, DVDs de películas o series, entradas de cine, videojuegos y ahora ya empiezan también con los libros), y en su lugar pillárselo del top-manta o, preferiblemente, descargárselo de Internet.


Cierto es que España siempre ha sido un país en el que las palabras "gratis", "rebaja" o "descuento" producen una fascinación colectiva. No hay más que fijarse en cosas como las colas descomunales de personas que se abalanzan sobre lo que se da cuando un grupo de agricultores decide regalar algún alimento como protesta, la afluencia masiva a cualquier espectáculo gratuito o jornada de puertas abiertas, la gente entrando desesperada a los grandes almacenes en las rebajas para arramblar con todo, o el estar siempre al loro de descuentos y ofertas de distintos sitios (cupones descuento de X, tarjetas de Y, promociones de Z, etcétera, etcétera).


Con la proliferación de Internet y la banda ancha, ahora este tipo de individuos tiene vía libre para obtener casi totalmente gratis lo mencionado anteriormente, gracias a Emules, Megauploads, Bittorrents, streams y demás. En ocasiones esto llega hasta tal extremo de absurdidad que tienen tanta música, cine y videojuegos descargados que no les queda tiempo material de disfrutar de todo ello, y en su lugar lo único que hacen es almacenarlos en discos duros externos o en cajones y seguir descargando aún más, no se sabe con qué fin... No sólo eso, sino que además alardean de ello: te enseñan orgullosos sus cajones llenos de juegos, sus discos externos con gigas o teras de material descargado, el orgasmo que les produjo piratear su videoconsola o que ya han visto una película que ni siquiera se ha estrenado todavía en los cines.

No negaré que por ejemplo las temporadas de series son una clavada y que con los CDs de música se pasan bastante. Ahora bien, los descargadores se escudan en el precio para llegar a extremos realmente delirantes. Han llegado a tal nivel de adicción que sinceramente creo que si una entrada de cine valiera 3 €, y un disco o DVD 10 €, tampoco se gastarían el dinero en ello. Mientras que sea más barato proporcionalmente pagar a la compañía telefónica por la tarifa plana de banda ancha, ahí que seguirán.

De hecho España, en cuanto a volumen de descargas en Internet, en términos absolutos, es el segundo país del mundo, por detrás de China. Pero claro, hay que tener en cuenta que en China la población es 30 veces mayor, así que sale algo así como que un español de media descarga 15 veces más material que un chino, y no digamos ya que habitantes de otros países... En fin, esto da una idea de qué tipo de gente habita este país.

Me exaspera especialmente el tema de la piratería en gente de mi gremio. Un ciudadano de a pie puede que no se dé idea de lo que cuesta hacer un programa informático o un videojuego decente, pero un informático lo sabe perfectamente. Hay una cantidad ciertamente notable de descargadores compulsivos que a su vez son informáticos, lo cual es una señal de hipocresía tremenda. Claro, luego éstos trabajan en empresas y pretenden que les paguen por su trabajo, y que los programas que desarrollen sean de pago. O sea, que los demás me paguen a mí por mi trabajo, pero yo no pago a los demás por el suyo. Qué bien, qué gran ejemplo...


Luego también odian profundamente a la SGAE y se manifiestan en contra del canon. Qué cojones, tendría que ser yo el que protestara contra el canon, ya que yo si me compro un disco duro externo es para almacenar fotos, no para tener películas y videojuegos por la patilla, y estoy pagando por los desmanes de estos jetas...

¿Qué creo yo que se tendría que hacer? Propongo lo siguiente:

  • Por un lado está claro que las discográficas, los cantantes y los actores tienen unos salarios desproporcionados. Otro tema que tiene tela son los derechos de autor, sobre todo cuando hace siglos que murieron (¿que los herederos de Mozart cobren? Vamos, no jodamos.). Tendría que llegarse a unos niveles razonables de retribuciones y precios. Ahora bien, los actuales son caros, pero muchas veces tampoco para tanto: una entrada de cine es como una copa en un bar, y un videojuego, aunque a lo mejor te valga 60 €, te puede durar meses, si te lo compras con un cierto análisis previo.

  • En cuanto al tema de las descargas, en mi opinión se tiene que perseguir individualmente. Para ello, la única salida que le veo es acusar a las compañías telefónicas y proveedores de Internet de complicidad de delito (sin acceso a Internet no puedes cometer el delito, así que son obviamente cómplices) y que, o bien delaten a los descargadores o bien que asuman ellas las multas consecuentes. Sobre lo primero dirán que atenta contra el derecho a la intimidad y las libertades individuales, pero el hecho es que las compañías telefónicas ya monitorizan el tráfico, así que no veo cuál sería el problema. Sobre lo segundo, evitaría tener que juzgar a casi toda la población española, pero si las multas son de cuantía entonces las compañías telefónicas tendrían que subir sus tarifas, y seguramente ya dejara de compensar el usar Internet para descargas, con lo cual éstas se reducirían drásticamente.

O se toman medidas así, o esto sólo va a ir en aumento (de hecho, es que las tarifas telefónicas en España son de las más caras de Europa, y aún así ya se ve lo que hay). Mientras siga habiendo pringados que paguemos de vez en cuando por los originales puede que la cosa se mantenga, pero a lo mejor suben tanto los precios que también nosotros nos hartamos y lo mandamos a la mierda. Los descargadores habrían conseguido entonces que la música o el cine desaparecieran, pagando como siempre justos por pecadores. Además, seguro que tampoco lo lamentarían mucho, sino que encima se burlarían de los pringadetes con el argumento infantil e irresponsable de "sí, los hemos hecho desaparecer, pero que nos quiten lo bailao".