Son tantos y de tal calibre los desmanes urbanísticos que se han cometido (y se siguen cometiendo) en este nauseabundo país que resulta difícil escoger un ejemplo particular, pero lo voy a hacer. Si tuviera que elegir sólo una tropelía que resuma a la perfección cómo los especuladores campan a sus anchas en esta España canalla, con la complicidad necesaria de unos políticos serviles y rastreros, elegidos por un populacho inmoral y paleto que alienta con todos sus votos estos tejemanejes intolerables, ésta sería la urbanización Marina de Valdecañas.
Pongámonos en antecedentes: pueblo de El Gordo, provincia de Cáceres, casi lindando con Toledo. Típico paraje de dehesas y cultivos a la vera del Tajo, que es para lo que da el terruño. Construcción en 1963 de uno de los grandes pantanos típicos del franquismo: el embalse de Valdecañas. La gran extensión de agua (cuando no hay sequía) provoca que aquí se vaya asentando la colonia de cigüeñas más numerosa de España y que la UE declare el territorio como zona de especial protección. Pero incluso en los años más lluviosos el lago deja al descubierto una península muy golosa: la llamada Isla de Valdecañas.
El antes...
Y ahora empieza lo bueno. Un depredador urbanístico (José María Gea) que ya se había enriquecido llenando de ladrillo la costa de Huelva se fija en el lugar e idea una megalómana urbanización con más de 500 chalés de lujo, hoteles, el consabido campo de golf (regado con la propia agua del embalse), y el club náutico que permita a los pudientes propietarios usar esa agua de todos para darse paseítos en barco y de paso llenarlo todo de porquería, porque que yo sepa los ricos también cagan y tiran basura, y sus zurullos y las sobras de sus ágapes no huelen a Chanel n.º 5 precisamente.
Todo esto en 2007, cuando ya cualquiera con dos dedos de frente sabía que el tablero de Monopoly iba a saltar por los aires. Pero como muchos se meten en política "para forrarse" como el amigo Zaplana en lugar de para mejorar la sociedad, en vez de mandar a la mierda al mal bicho de Gea como imponía la decencia, la Junta de Extremadura (gobernada por el PSOE, para más inri) fue y, con el apoyo del PP, declaró el proyecto, atención, de interés público (en concreto, "Proyecto de Interés Regional"). Una urbanización privada para ultrarricos de interés público. Para mear y no echar gota.
Por una vez fueron los ecologistas y protestaron por algo sensato, yendo a los tribunales. Quieto ahí, que se trataba de un tribunal español de éstos que, entre que tienen que juzgar sobre estupideces que no se deberían admitir a juicio y que están totalmente politizados, se tiró sus buenos 4 añitos (cuando no hacen falta más que 5 minutos para saber que era absolutamente ilegal) para dictaminar que sí, que aquello era ilegal. Muy bien, cuando ya estaba construida más de la mitad del atentado urbanístico y muchas casas vendidas gracias a la inestimable intermediación de Gómez-Acebo, sobrino del rey.
... y el después.
No sólo eso, que además si se derribaba lo construido eran, atención, los propios ecologistas los que tenían que poner una fianza millonaria. En lugar del puto constructor y sus puñeteros secuaces sentados en los escaños. Pero si aclaro que entre los compradores figuraban el propio Gómez-Acebo, un retoño de Aznar, distintos directivos de la banca y de las eléctricas la cosa se entiende mejor, ¿a que sí?
Con una sentencia firme se entendería que la codicia hubiera dejado paso a la mesura y que aquello se hubiese detenido. No, hombre, cómo iban a renunciar esos políticos infames a sus mordidas y a molestar a los prebostes que luego en agradecimiento les podían ofrecer alguna sinecura en el sector privado. 4 días después de la sentencia (sí, esto fueron 4 días, no 4 años) ya se habían puesto de acuerdo el PSOE y el PP para cambiar la Ley del Suelo de Extremadura, de forma que directamente se pudieran urbanizar terrenos protegidos. Así, tal cual, ¿qué coño más dará que estén protegidos? Ah, y con efecto retroactivo, que esto había empezado en 2007. Con dos cojones.
Ante lo cual, en lugar de que el Gobierno central enviara ese mismo día a las fuerzas del orden y enchironara a todos esos parlamentarios y al equipo de la constructora, que es lo que habría sucedido en un país civilizado, los únicos que siguieron sin rendirse fueron los ecologistas, quienes volvieron a recurrir ante el Tribunal Supremo. Otra vez vuelta a esperar hasta ya 2014, en donde se volvió a sentenciar la evidente ilegalidad. Y mientras tanto los imbéciles del pueblo haciéndoles la vida imposible a los querellantes y lamiéndole el culo a Mr. Marshall, que diga, a Mr. Gea. Que va a ser muy bueno para el pueblo, dicen. Cuando si se comen algo no van a ser más que las migajas que se les caigan de la boca a los señoritos. Igualito que en Los Santos Inocentes, que también está ambientado en Extremadura. 50 años después e igual de palurdos. Ése es el nivel del populacho carpetovetónico.
Como con una sentencia del Supremo ya no se puede recurrir, ahora la cosa está más jodida. Incluso así, el renovado pero igualmente infame gobierno actual extremeño (PP + ¡¡¡IU!!!) sigue buscando resquicios legales y mareando la perdiz para que no tenga que entrar la piqueta y arrasar con todo. ¿De verdad sería tan difícil hacer que simplemente no se pudiera construir mientras existiera algún tipo de proceso legal sobre una urbanización? Si tardan años en resolver y poder así otorgar el permiso de obra definitivo, pues que se aguanten entretanto. Y si la constructora se salta esta prohibición a la torera y continúa edificando, se dinamita sin más. Bueno no, sin más no, antes de dinamitar lo edificado, hay que asegurarse de que los promotores queden sepultados bajo los escombros.
Ahora la última es que la constructora ve que las cosas se van a poner chungas y que existe una posibilidad real de que tenga que indemnizar a los compradores. ¿Qué hace en esa situación? Muy sencillo, la clásica jugada de declararse en concurso de acreedores. ¿Cómo quiere usted que indemnice a mis compradores con el dinero que obtuve de ellos y de la recalificación? Si los pueden indemnizar el resto de extremeñitos o de españolitos, yo mientras puedo seguir paseándome en yate y zampando langosta, mientras afirmo con mi rostro de cemento que no puedo afrontar esos pagos.
Ojalá esta gentuza no sólo terminara con la cara de cemento armado, sino con los pies también metidos en cemento y hundiéndose poco a poco hasta el fondo del embalse. Que al menos no sólo nos hubiéramos llevado por delante este paraje, sino también a todos los hijos de la gran puta involucrados. Por soñar que no quede.