La actualidad informativa de los últimos tiempos por desgracia habla con frecuencia de casos de gente que es secuestrada o que resulta herida o muerta en accidentes y conflictos en el extranjero. Hoy mismo tenemos el caso de unos cooperantes a los que han secuestrado en el Tinduf, pero no hace mucho pudimos oír hablar de un petrolero secuestrado en el Golfo de Guinea, de otros voluntarios raptados en Mauritania, o de pescadores retenidos en Somalia. Esto por no hablar de soldados muertos en Afganistán o el Líbano, o de montañeros congelados en el Himalaya, por ejemplo.
A estas personas les reconozco su capacidad de sacrificio: para ayudar a los demás en el caso del voluntariado, para intentar sacar adelante a sus familias en aguas remotas en el caso de los pescadores, para tratar de pacificar el mundo en el caso de los soldados, o simplemente por superación personal, como es el caso de deportistas y exploradores. Eso es algo francamente elogiable.
Ahora bien, que sea elogiable no quiere decir que esas personas sean santas ni que todo lo que hagan sea razonable. Para irse por propia voluntad a un lugar en conflicto bélico, a un país en el que la seguridad brilla por su ausencia o a un territorio hostil hace falta estar un poco majara. Otra cosa es que a uno le fuercen a tal cosa, pero ninguno de estos casos es así. Quien se hace soldado es porque quiere, quien se va de voluntario a un sitio mísero y peligroso es porque le apetece, y quien pone en juego su vida yéndose de aventura es porque le produce placer y excitación hacerlo.
Cuando todo va bien fantástico, pero el problema viene cuando se tuercen las cosas y se tienen que asumir responsabilidades. En esta época de infantilismo y de irresponsabilidad generales, puesto que a nadie se le exige que asuma su parte de culpa, resulta que tiene que ir siempre papá Estado en ayuda de los pescadores y voluntarios a los que han secuestrado, de los montañeros que se han despeñado o de los turistas que se han ido a un país donde ha habido un terremoto o ha estallado una rebelión.
Y yo me pregunto si esto es justo, y tiendo a pensar que no. Es verdad que es un tema delicado, en el que hay que poner la frontera de cuándo es simplemente imprudencia tuya y cuándo no. Tampoco estoy diciendo que haya que dejar a esa gente desamparada, no. Lo que discuto es que sea la Administración la que tenga que pagar por los rescates, tratamientos o repatriaciones de personas que han ido a sitios hostiles bajo su cuenta y riesgo. Parece que hoy en día de esta expresión la gente sólo se queda con "bajo su riesgo" (aunque este riesgo lo desdeña), y se olvida de la parte de "bajo su cuenta".
¿Solución? Pues en mi opinión es bastante sencilla. Hay una cosa que se llaman compañías de seguros que están diseñadas para estos casos. Si te vas de viaje o de voluntario a un país exótico, hazte un seguro de viaje. Si practicas un deporte de riesgo asiduamente o tienes una profesión de riesgo, hazte un seguro de vida. Y si eres más chulo que un ocho, y piensas que no te va a pasar nada y luego te pasa, pues te tocará asumir los costes, amigo. El Estado debería ponerte su aparato diplomático para negociar y traerte de vuelta a casa, pero luego te tendría que pasar la factura.
Otra posibilidad es que el Estado actuara como una compañía de seguros. Al igual que el caso es examinado cuidadosamente por un perito si uno tiene un accidente y solicita indemnización por parte de la compañía, podría existir perfectamente un cuerpo de peritos estatales encargados de evaluar el nivel de imprudencia de los que se han visto envueltos en estos casos, y actuar en consecuencia. Y si consideran que es tu responsabilidad, pues lo mismo, tendrás que asumir tú los costes de la ayuda que te han brindado.
Pero no, no hacemos esto, sino que además la sociedad lamenta mucho este tipo de sucesos, y sorprendentemente exige hasta indemnizaciones. "Uy, pobrecitos los pescadores del Alakrana, no hay derecho". Oiga, que nadie les obliga a pescar ahí, anda que no hay océanos en el mundo. "Nuestro apoyo para los cooperantes con el pueblo saharaui". Vamos a ver, uno puede ayudar en su barrio a gente mayor o a niños con dificultades, no hace falta irse a un sitio peligroso para hacer buenas obras.
E irán apareciendo más y más casos, y los telediarios pintándoles como mártires. ¿Qué pasa, que en parte no se lo han buscado?