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sábado, 12 de mayo de 2012

Summer is coming

Ya está aquí, y ha llegado para quedarse hasta octubre. Es uno más de estos veranos contemporáneos, que empiezan en mayo y duran medio año aproximadamente (el otro medio año se lo reparten un otoño y una primavera templados, con todo lo más un par de semanas de invierno entremedias).

Inexplicablemente la gente, en lugar de preocuparse por un cambio climático a todas luces alarmante, no cabe en sí de gozo ante lo que llama el "calorcito" (cuando en realidad a lo que se refiere es a un bochorno abrasador). El "calorcito" conlleva viajes a la "playita", lugar por el cual también se siente una fascinación colectiva digna de estudio.


Llevo años intentando comprender cuál es la gracia de la playa. Personalmente opino que durante unos pocos días está bien (siempre que no haga mucho calor, es decir, si no se va en verano), pero que al cabo de a lo sumo una semana pasa a ser un sitio increíblemente aburrido. Examinemos una típica jornada playera, que consta de las siguientes fases (sin detallar de momento qué sucede en la playa en sí) :

  • Mañana: levantarse tarde, desayunar, constatar que un día más hace mucho calor y que no hay nada interesante que hacer, decidir bajar a la playa y empezar a sudar bajo el sol.
  • Playa matutina: llegar a la playa perlado de sudor, comprobar que está toda repleta,  buscar un mínimo rincón en el que depositar las pertenencias, dirigirse hacia él quemándose los pies con la arena, dejar caer los bártulos, estar allí hasta que la gazuza apremie.
  • Periodo inter-playa: caminar hacia el apartamento bajo un sol todavía más abrasador que antes, llenar todo el suelo de arena, ducharse, sentir un mínimo fresco durante 5 minutos, empezar a sudar otra vez nada más secarse, preparar el almuerzo, acabar comiendo como muy pronto a las 3 de la tarde, recoger los restos, poner la tele, ver que la programación es incluso peor que durante el resto del año, suspirar, intentar dormir una siesta, conseguir únicamente sudar la almohada y las sábanas, esperar mirando el reloj repetidas veces a que el resto se despierte, resignarse a bajar otra vez a la playa.
  • Playa vespertina: repetir todo lo hecho durante la fase de playa matutina.
  • Noche: si se es joven y se va en grupo, repetir la parte de ducha y comida del periodo inter-playa, maquearse, hacer botellón, salir hasta las tantas, intentar pillar cacho, no conseguirlo, e irse a la cama en un estado deplorable. Si se va en familia, repetir la parte de ducha, bajar al paseo marítimo, dar un paseo, sentarse en una terraza a tomar un granizado o una horchata, volver al apartamento, cenar, leer o ver la basura de la tele, e irse a la cama en un estado no tan deplorable.


Y esto día tras día, sin cambiar el esquema un ápice, y de ahí el tedio que se incrementa según van pasando las jornadas. 

Si la estancia se alarga mucho, hay algunas ocasiones en que el resto de acompañantes también llegan a aburrirse (bastantes días después que tú, eso sí), momento en el cual se les aparece la virgen y proponen "ir a ver" alguna ciudad, pueblo o paraje de los alrededores. Por lo general, dado que se está en una zona que vive exclusivamente del turismo estival, estos lugares no son muy interesantes desde el punto de vista turístico, pero incluso así agradeces no tener que bajar otro día más a la playa. Eso sí, luego la visita indefectiblemente implica pasar una vez más mucho calor y sentarse a tomar algo en una terraza, así que lo que no es la playa tampoco es que cambie mucho.

Pero pasemos ahora a considerar qué se hace exactamente una vez en la playa. Ya has depositado tus bártulos en la arena ardiente, quedan unas 3 horas hasta la siguiente comida, y el sol aprieta de lo lindo. Mientras tú entras en fase de gabinete de crisis, ves asombrado que todo el mundo a tu alrededor saca ceremoniosamente sus potingues de sus bolsas, se acomoda sentado en sillas plegables o directamente tumbado en las toallas sobre la arena, se unge, y entra en estado de trance, cual lagartijas rebozándose en un muro de piedra.

A base de tomar el sol la gente resuelve en gran parte el problema de qué hacer durante todas esas horas (sobre la sorprendente "actividad" de dorarse con los rayos solares hablaré otro día más detenidamente), pero si esa opción no te convence, estás en una situación delicada. Tienes ante ti las siguientes opciones:

  • Intentar imitarles durante un rato. Durarás poco.
  • Meterte en el agua sin más pretensiones. Te da para media hora como mucho, puesto que además estás preocupado por tus pertenencias, ya que tus acompañantes continúan en estado de trance y no podrán evitar que algún espabilado robe algo.
  • Meterte en el agua para nadar. Suponiendo que no te intimiden cosas como los bancos de algas, las manchas de alquitrán, las bolsas de plástico, las medusas, los patines acuáticos y las motos de agua, puedes intentar llegar una vez más a la misma boya a la que has nadado y te llevas marcando como objetivo durante toda la semana. Llegas, vuelves a hacer la gilipollez de intentar subirte y saludar desde allí, te pegas el planchazo, te ríes solo y te vuelves. Si has conseguido dormir algo mejor de lo habitual y te sientes con ánimos y con ganas de innovar, puedes marcarte como objetivo una boya más lejana o incluso ir hacia algunas rocas o acantilados. Eso sí, los que dan pedales en los patines y los que montan ufanos en sus ruidosas motos acuáticas muy probablemente se marcarán esos mismos objetivos, con lo cual tendrás que sacar la cabeza cada pocas brazadas para no ser desfigurado por alguna hélice o rotor. Suponiendo que todo vaya bien, estás de vuelta tras una hora.
  • Probar a despertar a alguna lagartija en trance para jugar a las palas en la orilla o con el agua hasta las rodillas. Difícil, aunque no imposible de conseguir. Esto da para media hora más o menos.
  • Probar a despertar a todas las lagartijas de tu alrededor para jugar a algún deporte en equipo, tipo voleibol o fútbol playa. Más difícil todavía que lo anterior (por el producto de probabilidades), aunque con suerte esto puede dar para ocupar otra horita.
  • Dar un paseo por la orilla. Tiene el aliciente de intentar no chocar con todo el mundo que se te cruza perpendicularmente, mientras esquivas pelotazos de quienes sí han conseguido jugar a las palas. De todas formas no es muy cómodo, porque la maldita orilla está inclinada y cargas mucho más una pierna que la otra. Duración dependiente de la longitud de la playa.
  • Correr por la orilla. Lo mismo que lo anterior, pero con más opciones de choques, lesiones y de morir deshidratado. Además, ocupa menos tiempo que andando, puesto que vuelves más rápido al muro de las lagartijas, que no se habrán movido lo más mínimo de donde y como las dejaste.
  • Quedarte leyendo o haciendo sudokus, autodefinidos y sopas de letras. Para esto es vital que hayas llevado una sombrilla, si no quieres que la temperatura de la sesera alcance un nivel crítico. Incluso así, el viento puede incomodar la tarea (un viento que, curiosamente, te metes 50 metros arena adentro y ya no sopla), porque te mueve las páginas y te trae arena y sal de lo más ricas.


Si la estancia es particularmente larga (un mes, por ejemplo), incluso las más entusiastas lagartijas "se rayan", como se dice ahora, y necesitan hacer algo novedoso. Deciden entonces apuntarse a cursos de algo relacionado con el mar. Lo más típico es el buceo, el esquí acuático, las motitos de agua y el surf y sus variantes (que si body-surfing, que si wind-surfing, que si kite-surfing, que si su-puta-madre-surfing).



Incluso aunque recurras a este remedio, con eso sólo te quitas o la playa matutina o la vespertina, pero no ambas. Llega un punto al final en el que ya todo el mundo está "superrayado", y entonces es el momento de coger el coche de vuelta a la meseta, tragándote un atascazo de tres pares de narices. Así año tras año, y ya casi que puente tras puente, puesto que hace calor suficiente durante 6 meses al año.

martes, 13 de marzo de 2012

Las feminazis y el lenguaje sexista

Antes de nada, querría pedir disculpas a todo seguidor de este blog por el tiempo en que he estado sin subir nada nuevo. Espero que comprendáis que terminar y leer una tesis y buscar un trabajo en los tiempos que corren lleva su tiempo.

Mi ausencia no se ha debido a que no haya estupideces supinas sobre las que despotricar. Qué va, al contrario, cada día hay más, ya que la gente es cada vez más imbécil. Empezaremos por una estupidez recurrente en los últimos tiempos, que es la del lenguaje sexista y las feminazis rasgándose las vestiduras cada vez que oyen un masculino genérico.

Ahora los ánimos se han exacerbado a raíz de un artículo muy agudo de un académico de la Lengua, secundado por varios colegas suyos. Si al menos las feminazis estuvieran buenas, pues oye, no estaría mal que se rasgaran las vestiduras, pero es que encima son unos callos malayos. ¿O debería decir "callas malayas"? Bromas aparte, es cierto que hay ciertos giros del español que son indudablemente sexistas: por ejemplo, el matiz positivo de "cojonudo" y el negativo de "coñazo", o la diferencia evidente entre "hombre público" y "mujer pública".

Pero como de costumbre, las cosas se sacan de quicio y se pasan a censurar cosas que no son censurables. Por mucho que a estas señoras les duela, en español se usa el masculino para referirse a un grupo de personas o a un nombre genérico (por eso yo he escrito al principio "disculpas a todo seguidor", porque eso ya incluye a toda posible seguidora del blog). En otros idiomas, como el alemán, se utiliza el femenino para los plurales, y que yo sepa los hombres alemanes (si dijera sólo "los alemanes" serían todos -y todas-, por tanto especifico que son los hombres de allí) no se han rasgado las vestiduras por la discriminación histórica que supone el feminismo de la lengua teutona. Podríamos haber usado nosotros también el femenino, o podríamos tener un género neutro también como en alemán, pero históricamente no ha sido así. Punto pelota.

¿Entonces por qué está esto tan de moda? Pues por varios motivos. Uno es que hay bastante gente que está sacando tajada de esta corriente (sobre todo mujeres, pero también algún hombre que se las da de progre para ver qué cae). Sin ir más lejos, en la Universidad Autónoma de Madrid, que me pilla al lado, hay un Instituto Universitario de Estudios de la Mujer, una Unidad de Igualdad y un Observatorio de Género, nada más y nada menos. Lógicamente, estos organismos para justificar su existencia tienen que fingir que hacen algo productivo, como por ejemplo publicar guías de lenguaje no sexista, enviar correos reivindicativos de vez en cuando, proyectas películas gafapastiles y otras zarandajas. No olvidemos tampoco que hubo un Ministerio de Igualdad en el anterior gobierno español, y que aunque ahora no llegamos a tanto sigue existiendo una Secretaría de Estado de lo mismo.

Esto nos lleva al segundo motivo, que es el de entender la igualdad de manera errónea. Es innegable que el trato a las mujeres es distinto es muchos casos que el que se da a los hombres a la hora de las remuneraciones salariales, o que la mayor parte de los casos de violencia conyugal son del hombre hacia a la mujer. Son cosas que hay que combatir, pero desde luego no se van a combatir cambiando artificialmente el lenguaje. Con eso no se soluciona nada, y además se desvía la atención de los temas que realmente importan, que son éstos que he mencionado y otros derivados.

Y de aquí llegamos al tercer motivo, que es el de abrazar cualquier tendencia moderna (por estúpida que ésta sea) para parecer guay, cool, trendy y superprogre. En el caso de un personaje público, esto lo hace para ganar popularidad y para disfrazarse de progre e izquierdoso cuando en realidad no lo es (y como cortina de humo para ocultar otras cosas, claro). De ahí que tantos políticos, rectores de universidad y demás cargos importantes (que también son "cargas" importantes, mira por dónde a veces está bien esto de usar masculino y femenino) se llenen la boca con la igualdad, empiecen sus discursos con el "compañeros y compañeras" y financien y lancen ditirambos a todas estas nonadas.

Aunque en realidad les dura poco, porque luego nadie es capaz de hablar así: "buenos días a todos y a todas, estamos aquí reunidos y reunidas para debatir asuntos que preocupan especialmente a los ciudadanos y ciudadanas españoles y españolas...". Ni siquiera los autores y las autoras de los guíos y las guías de idiomo e idioma no sexisto y no sexista, que lo que deberían estar haciendo es cavar zanjas, ahora que el sector de la construcción está tan parado.


sábado, 10 de diciembre de 2011

La inexplicable fascinación por tatuajes y piercings

Una de las transformaciones sociales más rápidas en los últimos años ha sido la generalización de tatuajes y piercings. De ser algo marginal han pasado a considerarse como símbolos de "modernidad" y "rebeldía". Cada vez son menos frecuentes las personas de menos de 30 años (y ya pronto tendré que decir de menos de 40) que no tengan alguno de estos añadidos en el cuerpo. ¿Cuáles pueden ser las causas de este auge?

En primer lugar, toda moda exitosa tiene un componente de pura imitación, de borreguismo. Algo se empieza a hacer popular, y el conocido efecto manada hace que se propague cada vez más y más rápido. Son pocos los individuos con la personalidad suficiente como para resistir y decir "por aquí no paso" o "menuda estupidez". Y realmente ésta sería la postura más adecuada, ya que no parecen aportar nada positivo. A ver si consigo explicarme.

Empecemos con los tatuajes. Hasta hace poco tiempo, servían de distintivo exclusivo de hombres de conocido malvivir, y siempre relacionados de algún modo con el mundo de la noche, el alcohol y las drogas, cuando no del crimen. En concreto, me vienen a la mente los siguientes: marineros, presidiarios, gánsteres, motoristas y roqueros. Es decir, algo eminentemente masculino, por su mensaje inherente de "mírame, soy un tipo duro perteneciente a este grupo, así que mejor que no te metas conmigo si no eres de mi panda".

Curiosamente, de ahí hemos pasado a una proliferación no sólo entre otros hombres, sino también entre las mujeres (y es más, yo diría que últimamente se tatúan más ellas que ellos). Aun con todo, todavía no me he encontrado a nadie que esté tatuado y que no tenga una vena canalla o crápula. Puede estar más o menos encubierta, pero siempre está presente. Por lo tanto, el mensaje de "soy muy duro, aléjate" se ha suavizado, pero de todas formas los tatuajes siguen transmitiendo algo así como "me va la mala vida, ¿qué pasa?".

Los piercings son más bien al contrario, procedentes del mundo de las mujeres, como generalización de los pendientes y otro tipo de aros, pulseras, anillos, brazaletes, dijes y demás abalorios. Los pendientes que se les ponen a las niñas tienen una finalidad evidente, que es la de distinguir a las niñas pequeñas de los niños. El resto de colgantitos y joyas no creo que sirvan más que de adorno y para llamar la atención. Obviamente en la naturaleza son cualquier cosa menos prácticos, y o bien suenan al andar, o bien brillan con la luz, pero el caso es que sean llamativos.

Ahora bien, hay algunas partes del cuerpo en que sólo a tribus muy primitivas o a gente muy bruta se les ocurre ponerse un adorno: nariz, lengua, pezones... Simple y llanamente porque es algo doloroso, y que por mucha anestesia que se use hoy en día lo sigue siendo (eso cuando no se infecta). Los tatuajes tampoco es que sean algo suavecito que digamos.

¿Cómo alguien que se supone que no está mal de la cabeza puede querer hacerse daño y perforarse o que le perforen la piel? Pues hay dos motivos fundamentales: uno es que no piensan a largo plazo (algo que por desgracia le sucede a casi todo el mundo), y sólo ven que a corto plazo van a poder fardar mucho y que van a quedar como los más guays. Lo que no ven es que cuando no sean ya jóvenes y tengan la piel flácida, esos "adornos" que se han puesto lo único que serán es ridículos, y lo que es peor, no se los podrán quitar o será muy complicado, resultando una vez más en un proceso doloroso.

El segundo motivo es porque creen (bueno, más bien les han hecho creer) que realmente les favorecen. Éste es un punto considerablemente más complicado y subjetivo que el anterior, pero yo pienso que prácticamente nunca mejoran al portador o portadora. Lo detallaré para el caso de las mujeres, que es el caso en el que me fijo más.

Los piercings son muy fáciles. En cualquier sitio de la cara que no sean los lóbulos de las orejas (eso serían pendientes normales) afean a la chica siempre. Donde quizás las afee menos es en la nariz, pero en los labios o en la lengua es sencillamente horroroso y asqueroso. Además de engorroso para ciertas cosas, y no digamos ya en otros sitios más sexuales, donde tampoco les veo la gracia. El único caso que se salva es en el ombligo y cuando es más una piedrecita que un aro. Eso sí, el vientre tiene que ser plano y atractivo ya de partida: en una gorda queda espantoso (de hecho, es que si el piercing se enseña se va enseñando el vientre también, con lo cual se sabe de sobra que es atractivo de por sí).

En cuanto a los tatuajes, influye también el lugar: mejor que esté en un sitio no demasiado visible (omóplatos, resto de la espalda, nuca, hombros, tobillos, nalgas, ...). Y además tiene que ser pequeño: se me ocurren pocas cosas tan grimosas como una chica con todo un brazo tatuado. De todas formas, la lógica sigue siendo parecida: si se enseña un tatuaje y resulta atractivo, más que nada es porque esa parte del cuerpo de la chica es atractivo de por sí, con tatuaje o sin él. Si esto no queda claro, piénsese en la imagen vomitiva de un tatuaje en la baja espalda de una gorda (puede ser la gorda del párrafo anterior si queréis)...

En resumidas cuentas, que los tatuajes y los piercings no aportan casi nada de belleza, si es que aportan algo. Son dolorosos de poner, y también de quitar en muchos casos (en realidad, viendo cómo son los "centros de tatuaje", se le quitan a uno las pocas ganas que pudiera tener). Sólo tienen sentido cuando uno es joven (una época poco duradera), porque después son sencillamente ridículos y asquerosos. Y además dan cierta imagen de primitivismo y/o de mala vida. ¿A alguien le queda alguna duda de que esta "civilización" va hacia atrás en lugar de hacia adelante?