A pesar de ello, el gasto en conjunto sigue siendo tremendo, y me pregunto si en muchos casos no es sencillamente un despilfarro. Es francamente posible (como me sucede en casi todas las cosas) que yo no reaccione igual ante la publicidad que la mayoría de seres humanos, pero conmigo la verdad es que casi ningún anuncio es efectivo, y muy especialmente los de los últimos tiempos. Echemos un vistazo a lo que ofrecen los distintos medios:
- Televisión: a veces no hay más remedio que tragarse anuncios, pero intento minimizar la cantidad de anuncios que veo, o bien cambiando de canal mientras dure la pausa publicitaria o bien poniendo una cadena con pocos anuncios (Canal + y TVE). Suponiendo que estoy aguantando alguno, me pasa casi todas las veces que recuerdo el anuncio en sí e incluso a veces puedo recordar qué tipo de producto es ("ah sí, esta horterada era de un perfume" ó "esta gilipollez al final era para un coche"), pero no recuerdo cuál es el producto concreto que están anunciando. Cuando al final se desvela, suelto un "ah coño, es verdad", pero la próxima vez me volverá a pasar lo mismo. Queda claro entonces que el anuncio que ha pagado la compañía de turno no ha sido efectivo, porque no distingo a su producto del de la competencia (y a veces ni siquiera el sector del producto).
- Radio: creo que éstos son los más útiles. Puesto que no hay imágenes, los publicistas sólo pueden jugar con el sonido o con las palabras. Por tanto, son mucho más habituales aquí recursos como el poner una musiquita o el hacer un chiste malo que en otros medios. Al final para mí eso es lo mejor: un anuncio que tiene una melodía o un eslogan pegadizo, en el que además se cita el nombre del producto. Inevitablemente los recuerdas y con el recuerdo sabes qué producto es. Me vienen a la cabeza los Puritos Dux ("lo bueno no tiene precio, Puritos Dux"), o anuncios que recurrían hace años a esta misma estrategia en la televisión: "yo soy aquel negrito del África tropical que cultivando cantaba la canción del Cola Cao", "chocolate con leche Nestlé extrafino, un gran vaso de leche en cada tableta", "batidos Puleva, le va, le va, le va", "en estas Navidades turrón de chocolate, en estas Navidades turrón de Suchard". Yo no sé por qué ya hay cada vez menos de este tipo, cuando su efectividad es evidente.
- Prensa: aquí es al revés, porque sólo hay imagen y no hay sonido. En este caso lo que me pasa es que con los años he desarrollado una especie de ceguera hacia los anuncios. Todo aquello que parezca ser un anuncio y no un artículo lo veo borroso, o no le dirijo la vista, o paso la vista tan rápido que no me fijo. Alguna excepción hay, por ejemplo con algunos anuncios a toda plana en los que aparece alguna tía que esté particularmente buena, o cuando tiene una imagen que es impactante por algún motivo. Eso sí, puede ser que sólo me fije en la imagen y no en lo que se está anunciando, con lo que volvemos a lo mismo. Los anuncios pequeños que insertan en algunas páginas también es como si no estuvieran.
- Internet: es el medio más versátil, pues ahí los anuncios pueden ser vídeos o imágenes estáticas, y puede haber sonido o no. Curiosamente me parece el más inútil de todos: normalmente no tengo el sonido activado en el ordenador (el sonido de anuncios inesperados es un coñazo), con lo cual ya he evitado que me subyuguen como en la radio. Cuando estoy en una página con noticias o contenido que quiero leer, me pasa como en la prensa: he desarrollado un instinto que me hace ciego ante todos los anuncios y banners que me aparecen. Si alguna vez surge uno a pantalla completa, el instinto me hace ver rápidamente la equis de cierre, por muy pequeña que ésta sea. Como además estoy buscando la puta equis, paso de lo que me están enseñando en el resto de la pantalla. Mira que llevo años usando Internet, y juraría que todavía no he hecho clic en ningún anuncio por pura voluntad: si acaso porque me he equivocado con el ratón al darle a la equis o al seleccionar texto (cosa por cierto no tan extraña con los malditos ratones táctiles de los portátiles). Luego aparte está el spam, que si no lo ha eliminado ya el filtro de correo lo elimino yo directamente, y una cosa muy moderna ella que se llama "marketing viral", que consiste en que te llega un correo invitándote a que lo difundas entre tus conocidos, y se supone que tú eres tan gilipollas que vas y lo haces. Mi reacción habitual es: "si a mí esto me molesta, paso de molestar yo a más gente con esta mierda, anda y que te follen". Zas, eliminar.
Así pues, la inmensa mayoría de los anuncios me parecen inútiles. Es particularmente ridículo cuando encima un anuncio se pone trascendente, pretende ser una obra de arte (muy corriente en los de coches), y al final el único recuerdo que tienes es desagradable (que era una pretenciosa soplapollez), y sin acordarte tampoco de qué cojones vendía. En fin, ellos sabrán, esos señores tan listos llamados publicistas.