domingo, 29 de julio de 2012

Hispanistán

Ese patriotismo con los deportes,
esa Cibeles harta de los saraos,
esa obsesión por tantos recortes,
esas viejas duquesas consortes
de nupcias sobre tablaos.

Esos toreros que se creen Ayrton Senna,
ese "a ver qué mal dato nos cuentan hoy",
esos jueces que no emiten condena,
ese "votar no vale la pena,
yo me quedo como estoy".

Esa prima de riesgo que descalabra,
esa pura y dura especulación,
esos Camps, Griñanes, Matas y Fabras,
ese no cumplir con la palabra
en esta patria de corrupción.

Ese congreso lleno de imputados,
esos recursos al Constitucional,
esa dictadura de los mercados,
esos cámpings de indignados
que siempre terminan mal.

Ese estado de las autonomías,
esas embajadas en ultramar,
esos desmanes de nuestra monarquía,
esa gente que no sabía
lo que tenía que pasar.

Ese país, Hispanistán,
donde no importa el qué dirán,
en que mientras que puedas
con todo te quedas
de choriceo.
Aquí sólo triunfa el truchimán
y quien estudia es ganapán,
no resulta entonces oscuro
por qué el futuro
pinta tan feo.


Ese alza interminable del paro,
ese "pronto vamos a mejorar",
esa soberbia rayana en el descaro,
ese horrible desamparo
de quien ya no tiene hogar.

Esas casas pegadas a la costa,
esos vertidos gracias a Bolidén,
esos bosques incendiados aposta,
esas cenas con langosta
cuando el país "iba bien".

Esos mineros en pleno pie de guerra,
esos ninis que piensan sólo en salir,
esa recalificación de la tierra,
esa gente tan gamberra,
expertos en destruir.

Esas fiestas repletas de alcoholismo,
esos nombramientos en TVE,
ese tradicional enchufismo,
ese irritante pasotismo,
un continuo paripé.

Ese retroceso con el aborto,
esa sensación de no poder más,
ese maldecir "ya no lo soporto",
ese contemplar absorto
cómo vamos hacia atrás.


Ese país, Hispanistán,
donde no importa el qué dirán,
si te dedicas al fraude
el pueblo te aplaude
pues eres listo.
A quien se envidia es a Díaz-Ferrán
y a quien se escucha al charlatán,
mientras alguien decente
piensa impotente
"¿cómo resisto?".


Ese país, Hispanistán,
donde se enardece al gañán,
en el que no ponen peros
a burrear dineros
que sean ajenos.
Que sepas que si me sale el plan,
cosa que anhelo con afán,
veré tu desplomarte
lejos, sin echarte
nada de menos.





















domingo, 15 de julio de 2012

Summa cum fraude

(¡Qué brillante expediente,
qué hacha en C++!).
- ¡Eh, espera, detente!
¿Adónde crees que vas?

- A ganarme la vida
en el mundo real,
a buscarme una salida
de corte empresarial.

- Si eso es lo que quieres
no te puedo parar,
¿pero tú no prefieres
ponerte a investigar?

- Pues no estoy muy seguro
de querer ser doctor,
no veo claro el futuro
y en España aún peor.

- Eso a todos nos pasa,
más de lo que te crees.
¿Qué te dicen en casa,
te causan mucho estrés?

- Que haga lo que me guste,
no me meten presión,
que piense y no me asuste
esta gran decisión.

- Estar sin referencia
es difícil, la verdad,
pero unirte a la ciencia
te da tranquilidad.
Es como la carrera
sólo que a mayor nivel:
leer, darle a la sesera,
hacer cuentas en papel.

(¿Qué me cuenta este tío
hablando con tal fervor?
Yo aquí sigo hecho un lío,
no sé qué es lo mejor:
seguir la trayectoria
del mundo laboral,
o meterme en esta historia
tan intelectual.)

- No pienses que te insisto,
pero desde que te vi
dije "ese chaval tan listo
tiene que acabar aquí".
Alguien tan inteligente
sería un gran profesor,
además de un excelente,
sagaz investigador.

(¡Lo dice tan convencido
que va a tener razón!
Queda pues decidido
probar con esta opción.)
- Vale, pues solicito
un poco de información,
¿a quién leches me remito
en busca de financiación?

- En eso no hay misterio
y menos siendo tú,
pedimos al ministerio
una beca FPU.
Te unes a nuestro grupo
antes de la solicitud,
seguro quedará cupo
para alguien con tal virtud.

- Será mucho papeleo,
pero ya sabes cómo es.
¿Ahora qué libros me leo?
Dime cómo tú lo ves.

- De eso yo ya me encargo,
de encontrarte material,
créeme, es bastante largo,
pero tiene potencial.

Así el profesor le vendió el gran camelo
disfrazándolo de dulce caramelo,
aprovechando su aprensión y canguelo
relamiéndose en ofrecerle consuelo.
Así cayó en la red otro buen estudiante,
por no ser algo más echado p'alante
el pobre consagró su mente brillante
a algo que al final acabó con su aguante.


(Esto marcha, tengo beca,
no he hecho más que empezar,
y menuda biblioteca
nos acaban de estrenar!
¡Qué trabajo más bohemio,
qué gran oportunidad!
¡Cómo mola ser del gremio
de esta universidad!)

- Chavalín, ¿cómo va eso?
Algo se te debe ocurrir
porque ahora hay un congreso
al que tenemos que acudir.
¡Dale duro a la mollera
y verás qué felicidad
cuando veas que te espera
toda la comunidad!

(Él espera que trabaje
y eso es lo que voy a hacer.
Todo sea por el viaje,
comenzar a conocer.
Esperemos que funcione
esta pequeña extensión,
siempre que no me traicione
eso que llaman intuición.)

- ¡Bien! Si tenemos fortuna
con la organización,
de aquí que te sale una
primera publicación.
De hecho tú imagina
ampliarlo un poco más,
con eso ya la tesina
la tienes en un pispás.

Así el profesor le siguió motivando,
con sus años de experiencia al mando
sabía qué tenía que hacer y cuándo
y sin problema el máster se fue sacando.
En esto llegó la hora de irse de estancia,
el tirarse unos cuantos meses en Francia,
el continuar a base de constancia
para publicar en cualquier circunstancia.


- Tranquilo, tú no hagas caso
a este idiota revisor.
Esto no es ningún fracaso,
podría ser mucho peor.
Hay gente que va de lista
siempre te pone a parir,
con mandarlo a otra revista
suficiente y a vivir.

(Esto no lo imaginaba,
vamos de mal en peor.
El doctorado no se acaba,
¿qué hago? ¡Menudo horror!
Se me termina la beca
ésta no es mi vocación,
no consigo de la ANECA
ninguna acreditación).

- Calma, no te desesperes,
ya he visto esta situación.
Tú te la sacas si quieres,
la dichosa demostración.
Ahora se te hace eterno,
pero próximo está el fin,
para salir del infierno
da otra vuelta de magín.

(Supongamos que me sale,
que termino con honor,
pero eso sólo no vale
si quiero ser profesor.
Para darme algo de fama
debo irme de postdoc,
¡y ante este panorama
entro en estado de shock!)

Así el profesor le cavó sepultura,
al chico terminó de meter en cintura,
logró que el Día D estuviera a la altura,
leyó la tesis con aplomo y soltura.
Obtuvo el deseado summa cum laude,
regocijándose: "la gente me aplaude",
jurando para sí: "que no les defraude",
culminando así otro caso de fraude.


El éxito hizo que renovara el brío,
que se exiliara al norte, allá con el frío,
que en aquel alma donde hubo poderío
ahora quede ya sólo encono y hastío.
Viviendo solitario y falto de rumbo,
vagando por el mundo de tumbo en tumbo,
de beca en beca, de proyecto en proyecto,
para esto dio de sí aquel gran intelecto.