Antes de nada, querría pedir disculpas a todo seguidor de este blog por el tiempo en que he estado sin subir nada nuevo. Espero que comprendáis que terminar y leer una tesis y buscar un trabajo en los tiempos que corren lleva su tiempo.
Mi ausencia no se ha debido a que no haya estupideces supinas sobre las que despotricar. Qué va, al contrario, cada día hay más, ya que la gente es cada vez más imbécil. Empezaremos por una estupidez recurrente en los últimos tiempos, que es la del lenguaje sexista y las feminazis rasgándose las vestiduras cada vez que oyen un masculino genérico.
Ahora los ánimos se han exacerbado a raíz de un artículo muy agudo de un académico de la Lengua, secundado por varios colegas suyos. Si al menos las feminazis estuvieran buenas, pues oye, no estaría mal que se rasgaran las vestiduras, pero es que encima son unos callos malayos. ¿O debería decir "callas malayas"? Bromas aparte, es cierto que hay ciertos giros del español que son indudablemente sexistas: por ejemplo, el matiz positivo de "cojonudo" y el negativo de "coñazo", o la diferencia evidente entre "hombre público" y "mujer pública".
Pero como de costumbre, las cosas se sacan de quicio y se pasan a censurar cosas que no son censurables. Por mucho que a estas señoras les duela, en español se usa el masculino para referirse a un grupo de personas o a un nombre genérico (por eso yo he escrito al principio "disculpas a todo seguidor", porque eso ya incluye a toda posible seguidora del blog). En otros idiomas, como el alemán, se utiliza el femenino para los plurales, y que yo sepa los hombres alemanes (si dijera sólo "los alemanes" serían todos -y todas-, por tanto especifico que son los hombres de allí) no se han rasgado las vestiduras por la discriminación histórica que supone el feminismo de la lengua teutona. Podríamos haber usado nosotros también el femenino, o podríamos tener un género neutro también como en alemán, pero históricamente no ha sido así. Punto pelota.
¿Entonces por qué está esto tan de moda? Pues por varios motivos. Uno es que hay bastante gente que está sacando tajada de esta corriente (sobre todo mujeres, pero también algún hombre que se las da de progre para ver qué cae). Sin ir más lejos, en la Universidad Autónoma de Madrid, que me pilla al lado, hay un Instituto Universitario de Estudios de la Mujer, una Unidad de Igualdad y un Observatorio de Género, nada más y nada menos. Lógicamente, estos organismos para justificar su existencia tienen que fingir que hacen algo productivo, como por ejemplo publicar guías de lenguaje no sexista, enviar correos reivindicativos de vez en cuando, proyectas películas gafapastiles y otras zarandajas. No olvidemos tampoco que hubo un Ministerio de Igualdad en el anterior gobierno español, y que aunque ahora no llegamos a tanto sigue existiendo una Secretaría de Estado de lo mismo.
Esto nos lleva al segundo motivo, que es el de entender la igualdad de manera errónea. Es innegable que el trato a las mujeres es distinto es muchos casos que el que se da a los hombres a la hora de las remuneraciones salariales, o que la mayor parte de los casos de violencia conyugal son del hombre hacia a la mujer. Son cosas que hay que combatir, pero desde luego no se van a combatir cambiando artificialmente el lenguaje. Con eso no se soluciona nada, y además se desvía la atención de los temas que realmente importan, que son éstos que he mencionado y otros derivados.
Y de aquí llegamos al tercer motivo, que es el de abrazar cualquier tendencia moderna (por estúpida que ésta sea) para parecer guay, cool, trendy y superprogre. En el caso de un personaje público, esto lo hace para ganar popularidad y para disfrazarse de progre e izquierdoso cuando en realidad no lo es (y como cortina de humo para ocultar otras cosas, claro). De ahí que tantos políticos, rectores de universidad y demás cargos importantes (que también son "cargas" importantes, mira por dónde a veces está bien esto de usar masculino y femenino) se llenen la boca con la igualdad, empiecen sus discursos con el "compañeros y compañeras" y financien y lancen ditirambos a todas estas nonadas.
Aunque en realidad les dura poco, porque luego nadie es capaz de hablar así: "buenos días a todos y a todas, estamos aquí reunidos y reunidas para debatir asuntos que preocupan especialmente a los ciudadanos y ciudadanas españoles y españolas...". Ni siquiera los autores y las autoras de los guíos y las guías de idiomo e idioma no sexisto y no sexista, que lo que deberían estar haciendo es cavar zanjas, ahora que el sector de la construcción está tan parado.